Qué es un podólogo y cuándo acudir a una consulta

No hay nadie mejor que un podólogo para brindar el cuidado adecuado a tus pies. Te contamos sobre las principales afecciones que este profesional de la salud puede tratar.
Qué es un podólogo y cuándo acudir a una consulta
Laura Herrera

Escrito y verificado por la médica Laura Herrera.

Última actualización: 01 abril, 2024

Los pies son estructuras del cuerpo que nos permiten realizar múltiples actividades en la vida diaria. Sin embargo, pueden ser susceptibles a diversas enfermedades y requieren de un cuidado especial. Para ello, existe un profesional, que es el podólogo.

La podología es una rama de la medicina que se encarga del cuidado de los pies. Incluye el diagnóstico y el tratamiento de enfermedades de las extremidades inferiores, así como la prevención de alteraciones estructurales y fisiológicas allí.

Las personas que se dedican a esta rama del conocimiento se llaman podólogos. Aunque también es posible que se denominen podiatras. Ello dependerá del país y de la legislación que regule su actividad. Veamos con más detalle.

En América Latina, en general, no existe una especialidad médica que se considere como tal para atender los pies. Esta es la razón por la que los podólogos no cuentan con una regulación legal completa ni con una formación uniforme.

De esta manera, la mayoría de los denominados podólogos en América Latina se dedican casi en exclusiva a temas estéticos. No suelen contar con una matrícula reglada ni tienen que estudiar a nivel universitario para certificarse. Por su parte, los médicos latinoamericanos que se han focalizado en los pies prefieren el concepto de podiatras para ellos mismos.

En España, la situación es diferente. La podología cuenta con una carrera de grado de 4 años que habilita al ejercicio profesional. Por lo tanto, el podólogo tiene la suficiente autonomía para llevar adelante una atención médica.

Finalmente, hay que considerar que también existe el pedicurista. Este término parece más adecuado para definir el alcance de las personas que hacen solo tratamientos estéticos en los pies. No requieren estudios que los validen y no tienen permitido medicar.

Los podólogos aportan con su conocimiento en la prevención, el diagnóstico y el tratamiento de enfermedades de las extremidades inferiores. Además, pueden contribuir al proceso de rehabilitación y manejo de secuelas relacionadas con alteraciones en los pies.

Para ello, cuentan con herramientas especiales. Una de las que permite evaluar de manera objetiva esta parte del cuerpo es la baropodometría, mediante sistemas como el Podoprint ® u otros similares. Lo que se hace es analizar en una especie de mapa de las plantas, cómo se distribuyen las presiones en la zona inferior de los pies.

Esta ayuda diagnóstica es de gran utilidad. Hoy es posible hallarla en la mayoría de los consultorios de podología. Al no ser una prueba invasiva, es de bajo costo y se aplica tanto en adultos como en niños.

El examen físico, por supuesto, sigue siendo un pilar fundamental del diagnóstico. Los profesionales evalúan todas las estructuras que componen los pies, así como su adecuado funcionamiento, incluyendo pruebas de la marcha.

Otra de las funciones de los podólogos es desarrollar nuevo conocimiento. A partir de la investigación, determinan los parámetros de normalidad del ejercicio de su profesión, así como la eficacia de los nuevos tratamientos.

Los pies pueden sufrir múltiples enfermedades y algunas de ellas son prevenibles. En su ejercicio profesional, los podólogos tienen el conocimiento y la capacidad de brindar diversos métodos para solucionar problemas, e incluso asesorar para la prevención.

1. Fascitis plantar

La fascia plantar es un tejido que conecta el talón con la parte anterior del pie. Esa estructura se puede inflamar y generar dolor.

La afectación se caracteriza por ubicarse en la planta del pie. Se manifiesta de manera primordial durante la mañana y empeora al finalizar la jornada.

Es una enfermedad que incomoda a una parte importante de la población. 1 de cada 10 personas experimenta fascitis plantar, al menos una vez en su vida.

Los podólogos pueden tratarla. De manera inicial, suelen indicar fisioterapia, aplicación de frío local y antiinflamatorios no esteroideos. Sin embargo, en casos severos, se puede preferir el manejo quirúrgico.

2. Espolón óseo

El espolón óseo en el talón hace referencia a la presencia de tejido extra en la parte inferior de la tuberosidad del hueso calcáneo. La condición afecta del 11 % al 21 % de la población mundial. Aumenta su incidencia a medida que las personas tienen mayor edad.

El crecimiento de este tejido óseo, por lo general, ocasiona dolor en el talón. Su diagnóstico se realiza a través de imágenes radiográficas.

Se desconoce con certeza la causa. Sin embargo, una vez instaurada, los podólogos pueden abordarla.

3. Pie plano

El pie plano es la condición médica en la cual el pie tiene disminuido su arco interno. Esta patología interfiere en la distribución del peso durante la bipedestación, al caminar y, sobre todo, en actividades con esfuerzo superior, como correr.

Ello ocasiona que la persona sienta fatiga de manera más rápida, e incluso dolor al ejecutar actividades cotidianas. Es otra de las condiciones que puede manejar un podólogo. Los profesionales suelen recomendar plantillas especializadas y a medida, así como fisioterapia para fortalecer los músculos y contribuir a compensar la falta de arco.

4. Pie cavo

Pie cavo es el nombre médico para designar el aumento exagerado del arco del pie. Por ende, la distribución del peso corporal se encuentra alterada.

Entre los deportistas es un problema a considerar. Y su prevalencia es alta. De acuerdo a un informe realizado en México, hasta el 30 % de las mujeres jóvenes atletas lo padece.

Genera dolor y molestias, pero no en todos los pacientes. Para su manejo se requiere fisioterapia y el uso de plantillas o calzado acondicionado.

5. Hongos en las uñas

La onicomicosis es una condición médica muy frecuente que consiste en la colonización de hongos en las uñas. Afecta las manos, pero con mayor frecuencia lo hace en los pies. Es por ello que es una de las enfermedades que más enfrentan los podólogos.

Según la severidad del cuadro clínico, el especialista podrá brindar manejo tópico o indicar medicación sistémica. Incluso, en situaciones severas, se necesitan intervenciones quirúrgicas.

6. Juanetes

A las protuberancias óseas que se encuentran en la base del dedo gordo del pie o hallux se les conoce como juanetes. Estas alteraciones anatómicas pueden generar inflamación, dolor y deformidad de la extremidad.

Es una de las patologías que con mayor frecuencia atienden los podólogos. En casos especiales se puede considerar la realización de cirugía mínimamente invasiva para corregir el defecto. Aunque lo ideal es retrasar la misma y evitarla en la medida de lo posible.



7. Pie diabético

La diabetes puede traer complicaciones cuando no está controlada de manera adecuada. Una de ellas es el pie diabético. En esta afección, el paciente presenta lesiones en los pies, ocasionadas por la neuropatía y la alteración de la circulación sanguínea.

Se pueden encontrar desde heridas pequeñas hasta úlceras profundas que pueden infectarse e incluso comprometer los huesos. Se requiere manejo interdisciplinario con participación de especialistas en medicina interna, endocrinólogos y podólogos.

8. Callos en los pies

Otra de las patologías que se presenta con mayor frecuencia en los pies son los callos. Estas lesiones se caracterizan por un aumento del grosor de la piel en zonas donde hay mayor presión o fricción.

En esencia, es una respuesta natural. El cuerpo intenta protegerse de daños externos.

Pueden ser dolorosos e incluso deformar la anatomía del pie. El tratamiento, cuando se requiere, se enfoca en aliviar o disminuir la fricción con distintas técnicas. Los podólogos pueden prescribir plantillas o almohadillas especiales para uso diario.

9. Uñas encarnadas

Las uñas encarnadas ocurren cuando el borde de una de las faneras se incrusta en la piel que la rodea. Su nombre técnico es onicocriptosis. Genera inflamación, enrojecimiento, dolor y es puerta de entrada para infecciones.

Los podólogos tienen los conocimientos adecuados para el manejo de las uñas encarnadas. Además, pueden brindar consejos de utilidad para la prevención a futuro de su reaparición.

En caso de existir una infección concomitante, más allá de retirar el fragmento incrustado, se procederá a la prescripción de antibióticos.



10. Problemas de pisada

Los trastornos de la marcha son condiciones que afectan la forma en que una persona camina. Estos problemas pueden deberse a una variedad de factores, incluyendo la biomecánica del cuerpo, las lesiones, las enfermedades neurológicas o musculares.

Pueden manifestarse de diferentes maneras, afectando el movimiento, la estabilidad y la comodidad. Los ejemplos más comunes son los siguientes:

  • Pronación excesiva: cuando el pie se inclina hacia adentro en exceso al caminar o correr.
  • Supinación: es el opuesto de la pronación. El pie se inclina hacia afuera en exceso al caminar o correr.

En los deportistas es de suma importancia un estudio de la marcha para adquirir zapatillas acordes a la actividad atlética. Por otro lado, en los adultos mayores cobra relevancia la corrección de estos trastornos para evitar caídas.

Es recomendable acudir a consulta con un podólogo ante cualquier situación relacionada con la salud de los pies. En concreto, son motivos para agendar una cita con el profesional los siguientes:

  • Dolor persistente en los pies: ya sea al caminar, al estar parado o en reposo.
  • Diagnóstico de diabetes: con el fin de prevenir el pie diabético, es muy valioso programar una consulta de podología.
  • Cambio en la forma o apariencia de las extremidades: deformidades, hinchazón, enrojecimiento o alteraciones en las uñas ameritan una revisión.
  • Problemas de la marcha: las dificultades al caminar, la cojera, la sensación de inestabilidad o incluso un desgaste desparejo en el calzado son indicativos para la consulta. El podólogo podrá realizar una evaluación biomecánica.
  • Dolor en las articulaciones del pie: el tobillo puede ser el sitio más común de dolor, pero hay otras articulaciones dentro de la anatomía de la extremidad. Pueden afectarse las uniones de las falanges o de los dedos con la planta.

Además, se puede acudir a un podólogo sin tener ninguna alteración ni molestia. La finalidad de conocer el tipo de marcha es suficiente.

La podología también es prevención

La función del podólogo en el bienestar es multifacética. Desde el diagnóstico y tratamiento de problemas comunes, como callosidades y uñas encarnadas, hasta la gestión de condiciones más complejas, como el pie diabético o las lesiones deportivas, estos profesionales son expertos en una parte fundamental del cuerpo: los pies.

El rol preventivo no es menor. Con acciones concretas son capaces de evitar complicaciones de mediano plazo. Por lo tanto, no subestimemos la importancia de sus servicios.



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